martes, 27 de diciembre de 2011


A corazón abierto




Se acaba el año y, tras unos días festivos familiares, viene el ineludible balance anual. Las ausencias se hacen evidentes, las físicas, las que se lleva la guadaña de la vida tras un más o menos intenso recorrido y las otras, las que simplemente desaparecen por dejadez, también se hacen sentir.
Aún sin quererlo una piensa en los amigos que no están cuándo esperamos, en esos familiares que se acomodan en sus vidas sin responder ni corresponder pero también, como una sorpredente contrapartida, aparecen en nuestras vidas personas y situaciones que no esperábamos encontrar, de quienes jamás hubiéramos pensado que reaccionaran con tanto afecto y que, al final, son los que están.
Las expectativas suelen traicionarme. Esperar que los demás actúen como una es una actitud estéril y mientras esas situaciones crean hondas heridas otras empiezan a fluir como un bálsamo que las curan.
Al final siempre es lo mismo: la vida da y la vida quita. Solo nosotros somos capaces de leer de forma positiva ese código de barras que la vida va grabando en nuestro corazón.

Gracias a todos los que están. Feliz semana.


Foto: Lower Falls, catarata en el Gran Cañón de Yellowstone. Como una gran cicatriz en la naturaleza, el agua, como un bálsamo cura su herida.

4 comentarios:

alicia dijo...

Cristina, suscribo lo que dices... Palabra por palabra.
Y añado... El balance, siempre positivo. A pesar de todo. A pesar de todos.

Felices Fiestas. Feliz Nuevo Año.

:)

Cristina Catarecha dijo...

Alicia, me ha gustado encontrar tu comentario, gracias.
Efectivamente, siempre positivo, es la única forma de avanzar y aprender.
Feliz todo :-)
Un abrazo.

eMi dijo...

Pues por aquí seguimos, Cristina, a veces demasiado sigilosamente, pero vivos al fin y al cabo.

Felicidades semana a semana y hasta el próximo encuentro.

Cristina Catarecha dijo...

Emi, gracias por estar ahí.
Un beso.