domingo, 26 de octubre de 2008

El Dominical


Hace ya un puñado de años, cuándo yo me estrenaba en esto de la fotografía digital y en la red, subí un álbum que se titulaba así. En aquel entonces formaba parte de un grupo de msn en el que uno de los participantes de entonces, un tal Benson, se dignó a hacer un comentario más o menos positivo. Se lo agradecí (más teniendo en cuenta que no solía alabar nada que no saliera de su cámara; ya me entendéis). La importancia del momento no hubiese tenido ningún valor si no fuera por la sensación a la hora de captar las imágenes en compañía de quien lo hice. En aquel momento Roco, mi querido cocker, era mi compañero de fotografía. Un compañero con el que compartí bellos momentos y al que he echado mucho de menos. Desde su pérdida no había vuelto a sentir la sensación de felicidad que hoy he sentido y, por eso, titulo mi post así. Es como una vuelta al pasado, al pasado más feliz.

Hoy, con Pipo (al que estoy adiestrando) he dado un largo paseo (añoro esos paseos pero no pueden ser frecuentes sin tener al perro adiestrado; todo requiere su tiempo y estoy en ello) por el cauce del río. Estaba precioso; la niebla baja y el sol queriendo invadir el paisaje daba un brillo especial tanto a la hierba como al cielo. Ha sido un paseo hermoso en el que tanto Pipo como yo hemos disfrutado del momento, de nuestra compañía, de la luz, de la soledad y de la fotografía.

El trabajo empieza a dar sus frutos y el otoño nos ofrece sus primeras postales.

Seguiremos informando :-).

Besos mios y lametones de Pipo.

sábado, 11 de octubre de 2008

Con hache


Si nos fijamos bien, las cosas importantes son las que no hacen ruido. Se presentan ante nosotros de manera más o menos casual y dejan una huella que recordaremos siempre y a pesar de nosotros. La "H" tiene esa propiedad, no hace ruido, es invisible, muchas veces la olvidamos e incluso la ignoramos pero está ahí, delante de todo, plantando cara y acompañando algo tan grande como "h"ermoso.
La importancia de la "hache" no está suficientemente medida ni valorada. La tenemos en hermano y en hijo, en humano y en hiena, en herido y en hielo, en hambre y en harto, en hombre, en humo, en hedor y en holocausto.
Es un mudo testigo que siempre nos antecede.
Mi hache es de maroma, fuerte y gastada como las manos de los marineros. Una hache prestada por los pescadores de Malpica. Es su hache de hombre, de hambre, de hijo. Es su hache de mar.

lunes, 6 de octubre de 2008

Uno de los cinco


Dicen que los perros (y estoy segura que será así también en otras especies) se relacionan primero a través del olfato, tanto entre ellos como con nosotros los humanos. Ese es su sentido principal.

Hace unos minutos estaba en la cocina y he vuelto a percatarme de lo importantes que son los olores en nuestros recuerdos (aquí Ramón Guinea es cuándo explicaría la importancia de los paises personales MALABARISMOS CON ANTORCHAS: PAÍSES PERSONALES#links, no puedo estar más de acuerdo).

Que simpleza, verdad? siempre, cuándo hago habas con cebolla frita (no voy a negar que en mi casa se come bien, estáis invitados) recuerdo aquél 24 de julio, 9 de la noche, en la calle Fleming, en el comedor y con las ventanas del mirador abiertas, la tele (probablemente en blanco y negro) creo que daba algo de ciclismo y aquellos niños en la acera de enfrente desfilando con sus "fanalets" en plena procesión de Sant Jaume....qué recuerdos. De segundo había tortilla de patata, la mejor del mundo como corresponde a toda madre que cocina bien. Yo cenaba en una bandeja y sobre la alfombra, en el suelo....y ese momento, esa noche, se grabó para siempre en mi memoria y....en mi nariz :-). Ese olor siempre me traslada al verano, al relax, a no tener calendario....

Otro recuerdo, ya muchos años más adelante es de esa misma casa, en la salita que da a la galería. Estaba lloviendo y era verano, las 7 de la tarde. Por la parte de atrás de la casa aún era campo y la tierra olía a lluvía y a manzanilla. La luz era hermosa y en el tocadiscos sonaba Leonard Cohen, mi Leonard.....:-). Recuerdo la sensación de la calma tras la tempestad, probablemente porque habría habido movida en casa (mi adolescencia y juventud fueron complicadas y nadie me entendía :-)) ). Mi padre estaba sentado en una butaca y yo a sus piés, en el suelo, apoyada en sus piernas, y charlando tranquilamente. Algún nexo nos unió en ese momento probablemente por lo inusual de todo.
La manía de andar tirada por el suelo, descalza, supongo que formaba parte de ese espíritu de libertad que, a toda costa, quería poseer.

Tenía que escribir ésto, ahora ya puedo volver a la cocina.
Felices sueños.

domingo, 5 de octubre de 2008

Fluir


Cuándo las cosas en la vida se hacen con normalidad, con ganas y con cariño, suelen salir bien.

Una experiencia cercana en el tiempo ha sido ejemplo de lo que digo y no dudo en afirmar que ha sido una de las más bonitas de mi vida.

A veces cuesta arroparse de las personas adecuadas ya que la vida es un tamiz que no siempre es fácil de manejar pero el paso de los años da como resultado la selección natural de esas piedras preciosas que quedan en el fondo después de deshacerse de la arenisca.

El cumplir años es lo que tiene: la experiencia, y esa experiencia propia unida a la de los demás dan algo tan bonito como mi reciente viaje a La Coruña.

Me ha gustado su luz, su marisco (como no! :-)) ), la ciudad en sí, pero sobre todo y sobre todas las cosas, su gente.

Gracias Olga, gracias Pepe, sin vosotros nada hubiese sido lo mismo ....ni de lejos.


La vida, cuándo fluye con normalidad, es un estado de felicidad.