Cada mañana, al levantarse, lo primero que hacía era subir la persiana y descorrer la cortina. Necesitaba sentir que había un mundo ahí afuera más allá del muro que rodeaba su vida.
Como cada mañana allí estaba Héctor, en lo alto de la rama atisbando hacia dentro. Los dos sentían curiosidad el uno por el otro.
Eran la pareja perfecta.
Feliz semana.