domingo, 4 de julio de 2010


El desván



Le gustaba subir aquel tramo más de escaleras porque tras la puerta se abría un mundo diferente lleno de misterios y pasados más o menos lejanos.
Tras el quicio, el polvo brillaba a contraluz deslizándose por los rayos de luz que se colaban por unas pequeñas aberturas bajo el tejado. La penumbra, el olor a ausencias y olvido, el silencio y el no saber qué contenían aquellos baules le inquietaba al tiempo que le empujaba a adentrarse aún más en la estancia.
Sus pequeños piés iban tanteando el suelo entre montañas de polvo y trampas para los ratones mientras sus ojos miraban curiosos sin atreverse a tocar nada. Había entrado en otro mundo ajeno a todo lo que le rodeaba apenas dos pisos más abajo.
Suspiró con emoción, apretó la llave entre sus dedos y cerró despacio como para no molestar.
Mañana, pensó, volveré y miraré dentro del baúl grande; mientras, una enigmática sonrisa se dibujó en su cara al tiempo que bajaba saltando los escalones camino de su casa.

Feliz semana.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bien escribes Cristina, Una foto preciosa con una buena textura. Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Cristina Te ha sido concedido el Premio Dardos.
Si lo deseas, pasa por mi blog a recogerlo.
Un abrazo. José Antonio

Cristina Catarecha dijo...

Jose, a tu primer comentario: muchísimas gracias. Me divierte mucho escribir y, acompañarlo de la fotografía, es todo un lujo.
Un abrazo.

Cristina Catarecha dijo...

En cuanto a tu segundo mensaje....pues no sé qué decir, que muchas gracias y que voy rauda y veloz a retirarlo y a ver si me entero de que va todo ésto :-).
Un beso.