
Hace ya un puñado de años, cuándo yo me estrenaba en esto de la fotografía digital y en la red, subí un álbum que se titulaba así. En aquel entonces formaba parte de un grupo de msn en el que uno de los participantes de entonces, un tal Benson, se dignó a hacer un comentario más o menos positivo. Se lo agradecí (más teniendo en cuenta que no solía alabar nada que no saliera de su cámara; ya me entendéis). La importancia del momento no hubiese tenido ningún valor si no fuera por la sensación a la hora de captar las imágenes en compañía de quien lo hice. En aquel momento Roco, mi querido cocker, era mi compañero de fotografía. Un compañero con el que compartí bellos momentos y al que he echado mucho de menos. Desde su pérdida no había vuelto a sentir la sensación de felicidad que hoy he sentido y, por eso, titulo mi post así. Es como una vuelta al pasado, al pasado más feliz.
Hoy, con Pipo (al que estoy adiestrando) he dado un largo paseo (añoro esos paseos pero no pueden ser frecuentes sin tener al perro adiestrado; todo requiere su tiempo y estoy en ello) por el cauce del río. Estaba precioso; la niebla baja y el sol queriendo invadir el paisaje daba un brillo especial tanto a la hierba como al cielo. Ha sido un paseo hermoso en el que tanto Pipo como yo hemos disfrutado del momento, de nuestra compañía, de la luz, de la soledad y de la fotografía.
El trabajo empieza a dar sus frutos y el otoño nos ofrece sus primeras postales.
Seguiremos informando :-).
Besos mios y lametones de Pipo.