Visitación, a la que todos llamaban Visi, había vivido una existencia entre gris oscuro y negro claro. Su carácter, malo, visto ahora con la perspectiva del tiempo le da un toque de humor negro (no podría ser de otra forma) que muchos querrían para sus guiones de cine.
Su vida había estado marcada por un "yo" enfermizo que anteponía, a capa y espada, a su marido, a su hijo y a todo aquel que se pusiera por delante.
Fué tan original su existencia que para celebrar los 25 años de casada, se fué de viaje a Egipto con su querido esposo. Su marido le regaló el viaje y ella a él le hizo un regalo sorpresa que no iba a olvidar jamás. Le dijo "querido, para celebrar nuestras bodas de plata, que sepas que hace 3 años que tengo un amante con el que te pongo los cuernos (todos) con júbilo y tesón". Eso es un regalo sorpresa y lo demás tonterias.
Por supuesto el viaje aniversario acabó en separación.
Pasó por una grave enfermedad que superó tras una ardúa lucha cuerpo a cuerpo y luego, sin más, como el que tiene una jaqueca, se indispone y se muere en la sala de espera de urgencias, sin premeditación ni nocturnidad ni alevosía.
Su hermana pequeña, conocida como el gato de porcelana por su estática postura durante horas o la iguana, por su gestos cortos, rápidos y medidos cuándo se mueve (muy poco por cierto) tuvo que ser ingresada por una locura transitoria ...o no, a saber.
Visi murió sin pena y sin gloria y su hijo, después de hacer incinerar su cuerpo decidió, como si de una ceremonia funeraria egipcia se tratara, endulzarle su paso al más allá. Compró un "tortell", pastel de hojaldre y cabello de ángel (los ángeles deben de estar ya medio calvos) que tanto gustaban a su madre y decidió enterrarlo con la urna de sus cenizas. Ya dicen que "a nadie le amarga un dulce".
En la lápida hizo grabar las iniciales "D.D.T.T." "Disfruta De Tu Tortell".
Os aseguro que esta historia es cierta y real como la vida misma.
Feliz semana.