Ya no puede corretear con sus otros compañeros perrunos pero, no por lo que observaréis que le falta, no, sino por su edad. La espalda, resentida al cabo de los años, no tolera grandes cabriolas pero sigue controlando y mandando desde la distancia.
Pimpi ha llevado una vida casi normal y ha criado varias veces.
Ahora, mientras ve cómo los demás juegan, ella espera a que alguno de nosotros se acerque a hacerle una caricia o a darle una chuche y aunque parece que esa pelota descansa descuidadamente a su lado, no os confiéis, no se la quitaréis ni queriendo :-).
Pimpi es una perra feliz.
3 comentarios:
¡Qué preciosidad! Esa perra es de película. ¿Y dices que ha criado?
Una vez más, emocionas de igual forma, con tus imágenes y con tus palabras.
Un abrazo.
Hola Emi. Sí, al menos, que yo sepa, en dos ocasiones y alguno de sus cachorros es una bellezón.
Un beso.
Arturo, gracias. Eres un exagerado pero te agradezco mucho que me digas esas cosas :-).
Un abrazo!
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