El cielo iba alternando el sol brillante con unas espesas nubes negras que, de repente, se convertían en una masa algodonosa de un blanco insultante.
Se acercaba una tormenta, una tormenta de verano de las que pueden sacudir la tierra o, simplemente, soltar unas pocas y enormes gotas.
Pipo tenía ganas ya de salir y decidí hacerlo, rápidamente y cámara en ristre (la pequeña compacta que suelo llevar) por si pillaba alguna nube atrevida.
La osadía tiene a veces premio y cuándo parecía que la tormenta iba a hacer nido en otra parte, el cielo se tornó de color melocotón., las cigüeñas posaron en formación y yo disfruté hasta hartarme de captar ese regalo.
No están clonadas, no. Hay muchas por aquí y cada tarde, al caer el sol, regresan de su jornada de pesca para descansar en su nido. Es un bello espectáculo que, cuándo queráis, os lo enseño in situ.
Feliz tormenta, feliz tarde de verano.
4 comentarios:
Bellísima foto. Me alegro que compartas ese momento "regalado", o buscado según se mire, con el resto de mortales que deseamos conseguir algo parecido.
Besos
Absolutamente perplejo, descubro que las fotos te buscan a ti, mientras los demás nos volvemos locos buscando una. Maravilloso instante.
Un abrazo.
Muchas gracias Cristina por regalarnos esta preciosa foto. ¡Que suerte vivir en un sitio así! Aquí las cigueñas las vemos en el Zoo :-)
Un besote.
Gracias Carlos, Arturo y Chus. Realmente las fotos suelen echárseme encima :-), ya os lo he dicho más de una vez.
Lo cierto es que salir tanto con, ahora Pipo y antes mi querido Roco, da mucho juego. Callejeo mucho y, al final, algo pesco :-).
Un beso, amigos. Estoy encantada con que os guste.
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