Hoy, Amalio, nos ha dado una clase magistral.
Amalio es menudo, frágil, con aspecto de persona bondadosa y voluntariosa y con una sonrisa entre pícara y enigmática que hoy he sabido descifrar.
Amalio, en su sonrisa, escondía un secreto que sólo él conocía y hoy nos ha revelado a todos. Un secreto lleno de sabiduría que ha guiado sus pasos y que nos ha legado, en silencio y con rotundidad.
Ahora, Amalio, sabemos dónde encontrarte: en el canto de los pájaros al alba, en los rayos del sol reflejados en el trigo, en el agua cristalina y en todas las cosas hermosas de la vida.
Mientras unos torpes como yo intentamos captar en imágenes esas cosas tan bellas, tú las llevabas grabadas en el alma y hoy las has sembrado en nuestro corazón.
Un beso. Nos seguiremos viendo.
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