Pensar que todo va a volver a su cauce simplemente porque lo deseemos es pecar de ingenuos.
Creer que quienes se relacionan con los demás desde lo alto de su púlpito van a dejar de hacerlo es soñar con un imposible.
Para muchos ya es tarde; se les ha dado demasiadas alas y ahora no saben volar sin soberbia ni superioridad. Todo lo saben pero nada comparten y, lo mejor de todo, querrían hacerlo, necesitan hacerlo, pero quieren que se les ruegue, que se les pida "por favor" esa ayuda, no saben ofrecerlo, no saben regalarlo y ahí vuelven a sucumbir ante su propia exigencia.
Es como la pescadilla que se muerde la cola.
Una lástima de vida perdida, de vida no compartida, de vida llena de ausencias, de carencias.
Por otro lado, el liberarse de esos lastres significa paz absoluta, libertad de movimientos, seguridad, tranquilidad.
Hoy vuelvo a mi ventana en la red después de una larga desconexión.
Todo bien, todo tranquilo.
Mi ronroneo para todos vosotros.
2 comentarios:
Sea usted bienvenida de nuevo a este virtual universo.
Muchas gracias. Bien hallado, caballero.
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