Cuándo conoces a alguien, hay algo que determina (o no) una cierta conexión con esa persona. A veces se trata de un nexo que no acertamos a ubicar pero que sentimos que está ahí y luego, con el transcurrir del tiempo, sientes que ese lazo se estrecha o afloja dependiendo de las circunstancias o del momento personal de cada uno.
Hoy os cuento una historia que es un desafío.
Le supero en una docena de años pero, desde el principio, ese vínculo especial se notó entre nosotras. Nos unía, además del trabajo, el sentido del humor, la rapidez en la ironía, la imaginación, la risa y ese imán para que se nos fastidiasen las cosas más simples: si algo se podía torcer, se nos torcía. Eso nos daba risa y lo llevabámos con una dignidad impresionante y una curiosa complicidad.
De repente la vida, al doblar la esquina, se le cayó encima y todo dió un brusco giro. Podía haberse hundido, haber dejado de tirar del carro, haber perdido la sonrisa y haberse dejado llevar por la más absoluta oscuridad. Sin embargo no fué así (tuvo sus malos momentos, por supuesto; lo contrario hubiera sido inhumano) pero siguió siendo ella: la que todos conocíamos y la que todos queremos.
Luchó con determinación y firmeza e hizo las cosas bien, muy bien. Hoy, cuándo la he visto, he sabido que todo volvería a ser como antes. Como antes pero salvando las distancias, claro. Ella, ahora, es mucho más sabia, mucho más fuerte.
La vida nos enseña de muchas formas y aunque no haría falta aprender así porque con menos lecciones podríamos también sacar matrícula, yo le doy gracias por poder seguir disfrutando, a pesar de los tropezones, de personas como ella.
Ella, esta vez, ha ganado el desafío.
Por tí, Txell.
2 comentarios:
Enhorabuena a Txell.
No se si la vida, nuestro destino, nosotros mismos o todo a la vez nos pone frente a estos desafios, desde muy niños empieza la cosa. Creo que no hay nota, o lo superas o no. Si es lo segundo ahí te quedas. Si es lo primero vendrá otro que como eres más fuerte y más sabio será de un nivel superior. No se hasta cuando ni cuanto. Mi esperanza es que quizás algún día consigas licenciarte. No haré el doctorado ...
Buena reflexión. Gracias por pasarte.
Un abrazo.
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