sábado, 11 de septiembre de 2010


Fin del ramadán. Preparación y llegada. 1ª parte.


La comunidad musulmana en mi ciudad está alcanzando un importante volumen. Creo que todos estaréis al día de la problemática de que la ciudad albergue mezquitas que puedan asumir la presencia de tanto devoto.
Mes sí mes también, las noticias de la deliberación entre Ayuntamiento de Lleida (Paeria) y la comunidad musulmana sobre dónde ubicar la nueva mezquita con capacidad para todos, es el pan nuestro de cada día.
Mientras tanto los terrenos ofrecidos para su ubicación siguen vacios y la masiva afluencia a ciertas mezquitas hace que éstas tengan que ser cerradas por exceder de su capacidad.
Por mi parte, desde hace ya varios años, he solictado en varias ocasiones permiso para ir a fotografiar en el interior de la mezquita principal. Por supuesto, siempre, me había sido denegado. (ya se sabe, ser mujer es algo terrible).
Este año, debido al gran aforo de fieles musulmanes, la Paería les ha reubicado temporalmente en otra mezquita: un pabellón público con mayor capacidad. Lo curioso de este año es que la mezquita no tiene paredes: se trata de un pabellón con tejado sobre columnas.
A ver quien era el guapo que este año me impedía hacer las fotos.

Pedí permiso en el trabajo como si de una urgencia anímica se tratara, contacté con un compañero de fatigas para ir juntos (gracias, J.A.!) y cerré "condiciones" para poder hacer fotos desde un punto privilegiado a la vuelta de la mezquita y pillar el regreso de la marabunta.

Estuve nerviosa los días anteriores, excitada por lo que iba a hacer. Preparé las cámaras la noche anterior y, más allá de las 5,30 horas a.m. fué imposible mantenerme en la cama.
Decidí, por si acaso, llevarme una especie de acreditación que rogaba "faciliten la labor del fotógrafo"; la preparé, me la colgué del cuello y a las 7.45 salí de casa con la seguridad de que esa tarjeta de plástico iba a evitarme más de un embrollo. No había quedado hasta las 8.30 horas pero no podía estarme quieta y pensé que iría a "cazar" algo haciendo tiempo para la hora clave.

J.A. llegó también antes de tiempo y, sin más, nos encaminamos hacia el lugar de rezo.

Iban llegando por todos lados y yo me sentía muy extraña: mujer, con la cámara en la mochila y sin atreverme a sacarla y vestida sin aspavientos: llamaba mucho la atención o al menos así me sentía yo.

El trozo de plástico que colgaba de mi cuello me daba una seguridad inocente y tras dar un par de rodeos por la zona vimos que las cámaras de televisión estaban ya allí.
Eso hizo que nos decidiéramos a acercarnos como el que no quiere la cosa pero ya con la cámara en mano.

Empezaba el baile.


Pd. el protagonista de la imagen lleva le kit completo: túnica para la ceremonia, alfombra para el rezo y agua para lavar sus piés antes de entrar.

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