Conocer la historia de este joven héroe ha sido fascinante.
Francesc Boix, barcelonés, nacido en el 1920 e hijo de una familia catalanista, heredó de su padre tanto la pasión por la fotografía (siempre iba con su Leica) como las ideas políticas. Su padre, sastre, había pertenecido a la CNT y él, al inicio de la guerra civil española se unió a las Juventudes Socialistas Unificadas de Cataluña.
Cámara en mano recorrió varios frentes como fotógrafo de prensa.
Al caer la Segunda República Boix se va a Francia camino del exilio y tras estar un tiempo internado en los campos de concentración de Vernet d'Ariege y de Septfonds es conducido a Mauthausen, junto a otros 1500 republicanos españoles, a dónde llegan el 27 de enero de 1941.
Allí, el llamado Kommando Erkennungsdients, un laboratorio fotográfico era el encargado de realizar los retratos policiales de identificación de los prisioneros (aunque en realidad cubría todo tipo de acontecimientos dignos de ser fotografiados: muertes de todo tipo, visitas de altos mandos, etc). A finales del año 42 Boix se incorpora a ese Kommando trabajando junto a otros 2 españoles.
La organización clandestina del Partido Comunista Español y Francesc Boix deciden esconder los negativos del laboratorio fotográfico. Una decición arriesgada y complicada.
Esconderlos dentro del campo era practicamente imposible y deciden que tienen que sacarlos de allí. Y cómo lo hacen?. Un grupo de trabajo formado por españoles salía diariamente del campo de concentración hasta la estación de tren de Mauthausen. De entre ellos, el preso Jacinto Cortés había entablado una cierta amistad con una familia del pueblo y pidió a Anna Pointer que ocultase el paquete de fotografías que había robado a los SS del campo.
Las fotografías eran sacadas del campo en pequeñas lecheras metálicas.
Cuándo Mauthausen es liberado Boix regresa a Paris y empieza a publicar alguna de esas fotografías.
Fueron las autoridades francesas quienes se interesaron por ese testimonio único y gracias al cual pudieron ver la luz esos crímenes de guerra que, de otra forma, hubiesen quedado, muy probablemente, silenciados.
Las fotografías que Boix saco del campo y su testimonio en el juicio de Nüremberg fueron determinantes para sostener varias acusaciones y obtener fuertes condenas.
Boix murió en Paris en el año 1951 parece ser que de una enfermedad contraída en el campo de Mauthausen.
Señor Boix, con todos mis respetos.
Descanse en paz.
Pd. La fotografía es parte del paisaje entre el campo de concentración y la estación de ferrocarril.
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