La vida está llena de escenas, propias o ajenas. Estas últimas, no sé porqué extraña razón, a veces se empeñan en que participemos de ellas aún a sabiendas que nada tenemos que ver con su cómo, su cuándo y su sinrazón.
Sólo por estar presente en momentos en que los malos modos, las mentiras, la falta de comunicación y la nula personalidad salen a la palestra, pueden convertirte en el malo de la película. A veces se necesita culpar a alguien de los fallos que cometemos para crear una nube de confusión y no reconocer que hemos metido la pata hasta las pestañas. A veces hay quien se cubre de mierda y aún dice que no es suya.
Hay que recapacitar, mirarse un poco las entretelas y pedir disculpas cuándo toca. Lo contrario es absurdo y tiempo perdido.
En esos casos en que discutir e insultar les resulta más rentable que escuchar y hablar yo, señores, me quedo como la de la foto: muerta en la bañera.
Con dios y por la fresca, que el sol ya aprieta y los calentones son "mu malos".