domingo, 30 de marzo de 2008

Ser feliz o tener razón


El otro día me hablaban de un principio que alguien había aplicado en su vida y que le había sido muy útil, se trata de elegir adecuadamente, en cada ocasión, entre ser feliz o tener razón. Me pareció una magnífica conclusión (no podía ser de otra manera viniendo de alguien con una inteligencia/clarividencia fuera de lo normal).

El empecinarnos en conservar razones a costa de lo que sea es algo tan absurdo que no debiera merecer un segundo de nuestras vidas, sin embargo nuestros egos (que creo son varios) parece que necesitan alimentarse con esas afirmaciones.

No debería resultarnos tan complicado el ceder, el ponernos en el lugar del otro o, simplemente, pensar que nosotros tan sólo poseemos una cara de la verdad como si ésta fuese poliédrica.

Estaría bien relajarnos y pensar que principios de apariencia tan simple pueden tener consecuencias positivas de tamaña importancia.

Parece fácil, voy a probarlo.


Feliz domingo.

martes, 11 de marzo de 2008

El paseo


Cuesta creer que sea cierto, que hayan transcurrido los años hasta llegar a tus Veinte.

Cuándo conocí a tu madre nada hacía presagiar que nuestra amistad fuese a llegar tan lejos y que tú te añadieses a nuestra competición de cariños.

Veinte.

Un desgranar de sueños y alguna pesadilla, muchas risas y también lágrimas pero, sobre todo, ilusión e inteligencia para alcanzar tus metas.

Te deseo que este paseo por la vida te deslice suavemente por los caminos que tú elijas. Que los disfrutes plenamente y que sepas compartirlos.

Yo seguiré sintiéndote cerquita y disfrutaré de tus éxitos.


Por tus veinte!!!


Para mi queridísima Ares






domingo, 9 de marzo de 2008

Los pilares de la tierra


Ayer fué un día especial. Una comida en el campo, gente que la mayoría no nos conocíamos entre nosotros pero con un denominador común: unos buenos amigos.

Ver cómo se esforzaron por agasajarnos, notar cómo agradecían nuestra presencia, sentir su calor y su aprecio fué, sencillamente, emocionante.


Pero el momento más tierno fué ver cómo trataban a sus padres, el afecto, el cariño, la ternura.
Era evidente que esa lección de la vida la habían transmitido perfectamente a sus hijos y, ellos, obedientes, la habían aprendido devolviéndoles parte de lo mucho recibido. Esos gestos, esas miradas, ese tono en la voz al dirigirse a ellos, eso son, sin ninguna duda posible, los pilares de la tierra. Una tierra que ayer nos mostraron y nos ofrecieron. Una tierra empapada por el trabajo, la sabiduría y las enseñanzas de esos mayores que, camino ya de su ocaso, permanecerán en ella para siempre como esos árboles centenarios que ejercen de vigías de hermosos atardeceres.


A F y G, gracias.



jueves, 6 de marzo de 2008

En calma y en red


Pensar que todo va a volver a su cauce simplemente porque lo deseemos es pecar de ingenuos.

Creer que quienes se relacionan con los demás desde lo alto de su púlpito van a dejar de hacerlo es soñar con un imposible.

Para muchos ya es tarde; se les ha dado demasiadas alas y ahora no saben volar sin soberbia ni superioridad. Todo lo saben pero nada comparten y, lo mejor de todo, querrían hacerlo, necesitan hacerlo, pero quieren que se les ruegue, que se les pida "por favor" esa ayuda, no saben ofrecerlo, no saben regalarlo y ahí vuelven a sucumbir ante su propia exigencia.

Es como la pescadilla que se muerde la cola.

Una lástima de vida perdida, de vida no compartida, de vida llena de ausencias, de carencias.

Por otro lado, el liberarse de esos lastres significa paz absoluta, libertad de movimientos, seguridad, tranquilidad.


Hoy vuelvo a mi ventana en la red después de una larga desconexión.


Todo bien, todo tranquilo.


Mi ronroneo para todos vosotros.